Irun ha sido históricamente una ciudad fronteriza que ha vivido muchos conflictos armados. Estos han definido no solo su urbanismo y tradiciones sino también su personalidad de una forma muy profunda.
Con guerras entre el reino de Castilla y el de Navarra, España y Francia o la dura Guerra Civil, los/as irundarras han vivido a menudo a caballo entre el conflicto y una frágil paz a orillas del Bidasoa.
Para nosotros la frontera, muga en euskera, ha sido solo una linea en los mapas que con frecuencia ha separado hermanos, amigos y negocios.
Durante la II Guerra Mundial la Red Comète, vía de escape para cientos de soldados aliados que luchaban contra Hitler y que necesitaban cruzar la frontera con Francia, se hizo fuerte a su paso por el río Bidasoa.
Los mugalaris fueron valientes bidasotarras que ayudaron a cruzar la frontera a muchos de esos soldados aliados aprovechando el conocimiento que tenían del entorno natural.
Sabían todo sobre los caminos de la montaña, los mejores vados del río, las señales clandestinas y las rutinas de los guardias y soldados.
Durante muchos años fueron contrabandistas que enriquecieron el comercio local y el estraperlo con sus cargas de pan, azúcar, pescado, café, perfumes, ganado, maquinaria industrial, tabaco, bebidas, ropa, preservativos, pequeños electrodomésticos, oro…
Además ayudaron a cruzar la frontera a personas perseguidas por sus ideas políticas y a algunos delincuentes reclamados por la justicia.
Era una época dura de postguerra en España y en todas las familias había algún miembro que se escapaba por la noche y volvía con los zuecos embarrados. Esos zuecos que llevaban el dibujo de la suela tallado al revés, para que la Guardia Civil pensara que iban, cuando en realidad venían. O dibujos de herradura, pezuñas de vaca y otras triquiñuelas para no ser atrapados con la carga.
La paz, la libertad y especialmente el mercado común hicieron desaparecer la muga, la histórica frontera con la que tantos siglos hemos convivido.
Hoy las rutas de los mugalaris se han convertido en recorridos turísticos, disfrute de senderistas y carreras de montaña. Algunas de ellas se corren con una carga a la espalda de los atletas que recuerdan el arriesgado trabajo de los contrabandistas.
Nuestro logo, creación de Iban Vaquero, representa a uno de esos mugalaris de nuestras familias que alguna vez se tuvo que esconder en el río Bidasoa con la espalda cargada de café o de azúcar, tratando de que no se mojara el saco, bajo el puente internacional.
Hoy sus nietos tratamos de llevar WordPress más allá de nuestras fronteras, sin tener que escondernos, eso sí. De hecho exhibimos nuestro reto con orgullo en WordCamp Irun.
Traficamos con conocimiento y software libres que también tratan de hacer que nuestros negocios, empresas o proyectos personales lleguen lo más alto posible, tratando de crecer y de sacar nuestras familias a delante.
Libertad, conocimiento y desarrollo: Mugalaris 2.0.
Más info: aquí tienes un interesante post sobre el contrabando en nuestra región.
Felicidad Pablo, es un fantástico post, y una estupenda historia. Me encanta el logo de este año y unido a la explicación de lo que representa, que quito el sombrero ante Iban Vaquero.
Lo que viví el año pasado en Irun, fue realmente bueno, pero veo que este año la cosa tiene una pinta. Que ganas de disfrutar.
Muchas gracias Carlos, nos alegramos mucho de que te guste y te esperamos con los brazos abiertos una vez más 🙂
Muchas Gracias Carlos
Me he emocionado al leerlo. Muy nuestro, sí, señor. Mi abuela fue Mugalari, traía café, azúcar, tabaco y esas cosas debajo de las faldas.
Gran trabajo de Iban. Zorionak!!
Qué guay Kris, muchas gracias por tu comentario 🙂
Gracias kristina. Mi abuelo tambien era Mugalari, pero en el Baztan. Un abuelo Mugalari y el otro Carabinero (anteriores a los Guardias civiles).
El otro día me contaron una historia que debe ser muy conocida en Irun. Hace años en tiempos de los «Mugalaris» pasaba todos los días uno de ellos con su bicis y sus alforjas. Le registraban todos los días, ante una sospecha muy certera de pasaba contrabando, Peor nunca le encontraban nada. Mas tarde se supo que el contrabando eran las bicis, todos los días pasaba una bici nueva. Yo que soy del Baztan, allí era norma en los caseríos colgar un pañuelo de la ventana cuando la pareja de Guardias Civiles estaban almorzando en el caserío, así los «Mugalaris» sabían que podían pasar sin peligro. Ya no doy mas la chapa… nos vemos pronto.
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